Están formados por el macroalga “cachiyuyo” que puede medir hasta 40 metros de largo. Qué acciones se hacen para explorar ese ecosistema y conservarlo
27 Sep, 2023
en las costas de Santa Cruz y Tierra del Fuego (ANDY MANN /Archivo)
En la costa atlántica de la Argentina, se esconden fascinantes bosques marinos que ocupan miles de hectáreas. Se encuentran formados por una macroalga conocida coloquialmente como “cachiyuyo” que es de vital importancia en la lucha contra el cambio climático a nivel mundial. Puede ser enorme: llega a medir hasta 40 metros de largo. Forman uno de los ecosistemas más inhóspitos y desconocidos del planeta.
Sin embargo, las poblaciones mundiales de ese tipo de macroalga se han reducido por diferentes factores, y por eso, la Administración Nacional de Parques Nacionales en la Argentina declaró “de interés” la conservación de los parques marinos que forma el cachiyuyo.
También se ganó la tapa de la revista National Geographic. Allí el doctor en biología Cristian Lagger, explorador de National Geographic Society, investigador del Conicet y director científico de la Fundación Por el Mar, contó en un artículo cómo ha sido su expedición en los bosques de macroalgas gigantes del fin del mundo.
En marzo pasado, la tapa National Geographic en español le dedicó atención a los bosques sumergidos de Argentina, que están formado por el macroalga Cachiyuyo/Archivo
Las macroalgas son parte de la base de la cadena de alimentación (o red trófica) de los ambientes costeros que incluyen una importante biodiversidad. El nombre científico del macroalga -que también se llama “alga parda” es Macrocystis pyrifera. Es un organismo multicelular.
Estos bosques de ensueño están principalmente en las costas de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Qué beneficios tiene el cachiyuyo
Así es el bosque de cachiyuyo en Península Mitre, en el sureste de la isla Grande de Tierra del Fuego (Foto de Joel Reyero)
Los bosques marinos que forma juegan un papel crucial en el ciclo del carbono porque poseen la capacidad de absorber el dióxido de carbono (CO2) y transformarlo en biomasa orgánica.
También proveen hábitat, refugio, zona de cría y alimento a cientos de especies marinas, como las estrellas de mar, el delfín austral (Lagenorhynchus australis), tiburones y rayas, y a especies nativas y de gran valor comercial como la centolla (Lithodes santolla) y el calamar (Illex argentinus).
Los seres humanos se benefician con la existencia y preservación de los bosques marinos. Porque ofrecen servicios esenciales que benefician de forma directa e indirecta a los humanos, incluidos la protección contra las marejadas ciclónicas y el aumento del nivel del mar, el reciclado de nutrientes, la provisión de seguridad alimentaria para comunidades costeras o la recreación turística.
Las macroalgas están en problemas a escala global. El 38% de los bosques de macroalgas se han reducido en los últimos 50 años. Pero investigaciones a escala regional en el extremo sur de la Argentina, no han evidenciado cambios en las últimas décadas en la densidad o en la distribución de estos bosques.
Cristian Lagger, científico y director científico de Fundación Por el Mar (PEM), realizó una expedición con colaboradores para explorar los bosques marinos/Joel Reyero
“En un planeta donde la gran mayoría de los ecosistemas marinos está en alerta roja, las evidencias temporales convierten a esos bosques sumergidos en valiosos refugios y en áreas marinas prioritarias para desarrollar planes de conservación. La protección de este ecosistema no es solo una necesidad enmarcada en el Atlántico Sur, sino que es una urgencia global para luchar contra la crisis actual de cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, afirmó Lagger.
El científico consideró que aún se necesita una mayor inversión para explorar y estudiar mejor estos bosques sumergidos y además, para tener mejores sistemas de monitoreo para predecir posibles impactos actuales y futuros.
La conservación del cachiyuyo “es esencial para mantener la salud de los ecosistemas marinos, preservar la biodiversidad, mitigar el cambio climático y apoyar la sostenibilidad económica. Además, su importancia en la investigación científica contribuye al conocimiento y la gestión adecuada de los recursos marinos”, sostuvo el experto.
Un ecosistema que enamora a primera vista
Las macroalgas se mueven al ritmo de las mareas. En esta imagen se muestra una navegación por los bosques de macroalgas de Santa Cruz (Cristian Lagger)
Tras su expedición con 11 colaboradores, Lagger comentó que “bucear entre algas gigantes de más de 20 metros de alto es lo más parecido a volar entre las copas de los árboles de una selva tropical. Es como hacer tirolesa en una excursión por la selva misionera. Pero incluso con la ventaja de poder detenerse para observar cientos de detalles, colores y texturas que estos bosques te regalan”.
Agregó: “Basta con quedarse flotando en la misma posición por unos segundos para empezar a descubrir muchísimas especies que viven asociadas a estos bosques, y que, por su pequeño tamaño o camuflaje, pueden pasar desapercibidas si no prestamos atención. Además, el movimiento de estas algas al ritmo de las mareas es casi hipnótico, ¡poderoso!” Se trata de un ecosistema que enamora a primera vista.
Durante la expedición se midieron macroalgas de más de 22 metros de alto y de más de 100 kilos de peso húmedo. El gran tamaño que pueden alcanzar hace que parte de su estructura superior quede recostado sobre la superficie del agua, formando verdaderas alfombras marinas.
Se hará pronto un relevamiento de los espacios geográficos de interés, como las estrategias que resulten necesarias para la protección del entorno donde cumple su ciclo vital la macroalga (Cristian Lagger)
El científico valoró la declaración “de interés” de Parques Nacionales. “Es una nueva demostración del compromiso de APN hacia una mayor protección de los ecosistemas marinos de nuestro país. Si bien es apenas un primer paso, pone en la agenda ambiental a Macrocystis pyrifera, una especie con innumerables beneficios ambientales, culturales y económicos.
A partir de la declaración, el Director Nacional de Áreas Marinas Protegidas, Antonio Curtosi, coordinará con las provincias atlánticas, tanto el relevamiento de los espacios geográficos de interés, como las estrategias que resulten necesarias para la protección del entorno donde cumple su ciclo vital la macroalga.
Fuente: Infobae