Pablo vive en la Bajada Colacho. A pesar de convivir con la posibilidad de inundarse por las crecidas del río, como conocedor de la zona vive tranquilo; de la pesca y es casi un guía turístico que lleva gente a pasear a la isla.
Pablo es un pescador de Pueblo Esther que tiene su casa en la Bajada Colacho y que en las últimas semanas se vió cercado por el agua ante la crecida del río Paraná. Sin embargo, por la altura donde tiene construida su casa, si bien está a orillas del río, el agua no llegó a entrar en su terreno.
A diferencia de lo que uno puede llegar a suponer, esta circunstancia de convivir con la posibilidad de las crecidas del río, no lo amedrenta, no lo incomoda, no le preocupa. Desde que nació vive en ese lugar, y conoce las formas y los ritmos de la naturaleza. Lo único que se lamenta es que cuando lleguan otras personas, que según sus palabras son “arriesgadas”, y por no conocer se ubican en lugares más bajos, luego sufren las consecuencias cuando el agua sube.
También a contrario de lo que uno puede pensar, pero por desconocimiento del oficio, el aumento del caudal del río es más beneficioso para su trabajo de pescador. Según él, bajo estas circunstancias comienzan a llegar a la zona peces mucho más grandes de los habituales, lo cual lo beneficia al momento de comercializarlos.
Pablo no solo provee de mercadería a negocios del rubro de la zona, sino que también vende directo al público el fruto de su trabajo. Puede conseguir sábalos, pati,entre otros.
Hoy los vende a $1200 el kg al público.
Pero no solo vive de la pesca, también hace traslados a la isla, deja los pasajeros y luego los pasa a buscar a una hora concertada. También hace paseos en su lancha, por el canal principal del río y por los innumerables brazos que tiene la zona de las islas.
También Pablo nos habló de un banco de arena muy lindo que hay frente a la Bajada Colacho internándose en el paraje isleño, y que es muy concurrido por lanchas particulares, pero solo cuando el nivel del agua lo permite. Hoy es imposible, está bajo agua.
Hacer ese cruce, el año pasado lo cobraba $1000 por persona, aunque este año, por razones obvias no lo ha realizado. Lo que sí, deberían ser mínimo 4 personas para poder realizar ese traslado.
Lo más sorprendente es que ha llevado a muchas personas que no son de nuestra zona. Gente de otras provincias lo han contactado e incluso del exterior. Pablo no tiene instagram, solo Facebook que ni siquiera recuerda el nombre de su perfil. Dice que por el boca a boca, siempre llegan a él.