Con actitud para la marca, la concentración y el orden la selección Uruguaya pudo más que la aptitud para el buen juego que venía teniendo la selección Argentina.

El título es una forma de resumir en pocas palabras, porqué Uruguay le pudo ganar a la Selección campeona del mundo y en su propia casa.

Por supuesto que con la actitud sola no alcanza para meter la pelota dentro del arco rival, pero sí es un factor importantísimo a la hora del desarrollo de un partido y la construcción de una victoria como se llevaron los celestes de suelo argentino.

La garra charrúa es una marca registrada del fútbol uruguayo, por lo tanto no fue sorpresa. Pero si a esa garra tradicional le agregas, jugar sin especular, sin tirarte atrás a esperar, y sobre todo si le agregás buena circulación de pelota, ya estás haciendo mucho más que otros seleccionados uruguayos que solo salían a aguantar el partido con la garra, y no mucho más. Ahí sí es sorpresa.

El equipo Uruguayo la mayor parte del tiempo salió a apretar la salida
del conjunto Argentino

¿Pero por qué la actitud le ganó a la aptitud si esta versión Bielsista le agregó todos esos condimentos al seleccionado uruguayo que otras veces no tuvo? Porque la actitud fué lo esencial, el nudo de la cuestión. Le permitió al equipo visitante ganar la mayoría de los duelos, y cuando la mayor parte del partido los jugadores de tu equipo prevalecen en los duelos, de mínima te aseguras el cero en tu arco, y que el equipo rival no te domine. Y eso fue lo que pasó esta noche de Bombonera.

Posicionados en zona 2, así se plantaron en el campo los Uruguayos.
No esperaron bien atrás como en otras ocaciones.

El seleccionado argentino nunca pudo desplegar el juego que estamos acostumbrados a ver. Asociaciones largas en la mitad de la cancha, pero lo más importante, esos encuentros eléctricos de toque y devolución a metros del área grande que tantas situaciones de gol han generado habitualmente. Con concentración los 95 minutos, y una férrea actitud y disciplina para marcar, anularon todo intento argentino. 

Y esa actitud mental uruguaya, no solo se vió al momento de defender, sino también al pelear pelotas en ofensiva, donde sobre todo en el segundo tiempo, muchas pelotas divididas con defensores argentinos, terminaron ganando la disputa, lo cuál también es extraño ver a los defensores del equipo nacional, perder esos tipos de duelos.

En definitiva, la gran aptitud de juego de nuestro seleccionado, no pudo imponerse a la actitud uruguaya. Uruguay nos ganó porque cuando tuvo la pelota supo tratarla, mantenerla, generar secuencias de pases que daban claridad para salir jugando y descomprimir la presión argentina. Y por supuesto tuvo rapidez para salir de contragolpe, algo esencial para que el arco rival no sea un simple decorado. Sin llegar al arco rival, no se puede pensar en ganar un partido. 

Superpoblación de jugadores uruguayos al borde del área incomodaron
el clásico toque punzante en esa zona de nuestro seleccionado.

Ya desde un punto de vista más táctico, el equipo de Bielsa dominó la mitad de la cancha prácticamente todo el partido. Y si además le sumamos el bajo nivel que tuvo McAlister, y el regular andar de Enzo Fernandez, es una parte importante de la explicación porque Argentina perdió el medio. Además considero, que el cambio de McAlister era por otro volante, no por Lautaro Martinez. Tal vez ese hubiese sido el momento de Lo Celso.

Por otro lado, el que debería haber salido más tarde era Enzo, no De Paul. Salvo que haya habido alguna cuestión física que no nos enteramos.  

Borrón y cuenta nueva para nuestra selección. Siempre de las derrotas se aprende. Y ya Scaloni y los suyos estarán haciendo la autocrítica necesaria para corregir lo que se hizo mal, y a partir de aquí, aplicar las correcciones necesarias para en el futuro saber salir airosos de una situación parecida que se plantee. 

Por lo pronto, ahora viene nada más y nada menos que Brasil. El clásico de selecciones más importante del mundo. Por supuesto que será un partido totalmente diferente, pero con la presión extra, que bajo ningún punto de vista, ningún argentino quiere perder.